Miércoles 05 de noviembre de 2014 | Publicado en edición impresa
1940-2014
Un porteño honesto y amable, al servicio de la gestión pública y del diálogo político
El ex jefe de gobierno porteño Enrique Olivera murió ayer en esta ciudad víctima de un cáncer que lo aquejaba desde hacía tiempo.
Nacido el 9 de febrero de 1940, Olivera abrazó la política y la gestión pública con vocación y devoción poco usuales para los tiempos que corren. Ingresó en el primer plano de la política a los 46 años, después de años de trabajo en la actividad privada -primero en el Grupo Fiat y luego en el Banco Francés-, de la mano de Raúl Alfonsín, cuando el entonces presidente le pidió que se hiciera cargo del Directorio de Empresas Públicas. Más joven había actuado en un núcleo cívico inspirado por José Manuel Saravia.
También durante el gobierno de Alfonsín fue secretario de Turismo, y en 1991 ocupó una banca por la UCR en la Cámara de Diputados de la Nación. Cinco años más tarde, en 1996, integró el primer gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires elegido por voto directo como vicejefe de Fernando de la Rúa. En 1999, con el ascenso de la Alianza y de De la Rúa al gobierno nacional, quedó a cargo de la administración porteña para completar el mandato con una gestión que compañeros de ruta y adversarios de entonces recuerdan como "ordenada y eficiente". Entre octubre de 2000 y la caída de la Alianza en diciembre del año siguiente dirigió el Banco Nación.
Su regreso al ruedo electoral quedó marcado por una maniobra que se volvió un triste hito de campaña sucia. Olivera era candidato a legislador porteño del ARI de Elisa Carrió y faltaban tres días para la elección del 23 de octubre de 2005, cuando el por entonces secretario de Deportes porteño, Daniel Bravo, hijo de Alfredo, conocido dirigente socialista, presentó ante la Oficina Anticorrupción una denuncia anónima que acusaba a Olivera de tener dos cuentas no declaradas en bancos de Suiza y los Estados Unidos.
Olivera pudo demostrar que la acusación de Bravo, que entonces también potenciaron Néstor Kirchner y Alberto Fernández, era falsa pocos días después de la elección, cuando ya era tarde.
Carrió, que marchaba con posibilidades de ganar la disputa legislativa terminó segunda, muy lejos de Mauricio Macri y apenas unos puntos por encima del candidato oficialista, Rafael Bielsa. La retractación de Bravo llegó sólo dos años después.
"Siempre estas cosas llegan tarde. Los daños electorales están hechos. De cualquier manera, me reconforta esta retractación porque demuestra que todo lo que he venido sosteniendo era cierto", dijo por entonces Olivera a LA NACION.
Pese a que en 2007 volvió a probar suerte en una elección (fue candidato a vicejefe de gobierno de Jorge Telerman en la elección que consagró a Macri), aquella maniobra marcó el final de su vida política, al menos en la función pública.
Padre de cinco hijos y abuelo de 15 nietos, Olivera estaba casado con María Carbó. Fue reconocido en vida por amigos y cuantos lo trataron en sus múltiples caminos de vida laboral como un hombre responsable, amigo del diálogo y la conciliación, leal y recto, de modales siempre impecables, honrado y amable.
Amante del golf y el rugby, jugó durante cinco años en la primera división del CASI. Desde 2011 era presidente del Jockey Club.