Miércoles 28 de mayo de 2014 | Publicado en edición impresa LA NACIÓN
Editorial I
Un escandaloso regalo de 2000 millones de dólares
Al
 falsificarse el crecimiento del PBI, los tenedores de cupones 
vinculados con ese incremento se vieron beneficiados por el inconcebible 
error
El     Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec)
 publicó pocas semanas atrás la revisión completa de la contabilidad 
nacional, utilizando la nueva base de cálculo que reemplaza a la vieja 
metodología elaborada en 1993. De acuerdo con las nuevas cifras 
publicadas, en  la economía argentina   el PBI creció bastante menos desde 2005 hasta 2013 que lo que hasta ahora reportaban las estadísticas oficiales.
En
 medio de esa revisión, un grave hecho ha salido a la luz: en 2008, la 
economía argentina se habría expandido apenas el 3,1 por ciento y no el 
6,8 por ciento, como se había reportado hasta ahora.   Como producto de ese "error"
   , los 2000 millones de dólares abonados a los tenedores de títulos 
públicos vinculadas al PBI por el crecimiento de ese año no deberían 
haber sido pagados y, por lo tanto, habrían sido un "regalo" a los 
inversores financiado por todos los contribuyentes. Cabe recordar que 
los tenedores de las unidades atadas al crecimiento de la economía 
reciben un pago adicional al año siguiente cuando el PBI se incrementa 
más de un 3,25 por ciento.
Ese regalo fue generado por 
distorsiones estadísticas que parecieron ser hechas con el único fin de 
construir un relato de crecimiento a "tasas chinas" que en la realidad 
no se había producido.
La revisión de las cifras del producto 
bruto interno de la Argentina se encuentra muy lejos de provenir de una 
modificación metodológica rigurosa generada en el cambio de base. En vez
 de ello, la mayor parte de los cambios producidos en la nueva 
contabilidad oficial se explican por la reversión de una parte de las 
falsificaciones introducidas en el pasado por el ex secretario   Guillermo Moreno y sus delegados en el Indec, Norberto Itzcovich y Ana María Edwin, que aún permanecen en funciones.
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Miércoles 28 de mayo de 2014 | Publicado en edición impresa
Un largo e intenso rezo en Tierra Santa
Por Abraham Skorka 
         | Para LA NACION
Rezar
 es un ejercicio espiritual que demanda una fuerte y crítica mirada 
introspectiva. Es buscar a Dios a través de un encuentro con uno mismo. 
De acuerdo con la tradición judía, rezar en comunidad potencia dicho 
ejercicio, pues el creyente proyecta sobre el escéptico una imagen capaz
 de inspirar un descubrimiento de aristas ocultas de su espiritualidad. 
El rezo ferviente es capaz de torcer la dura sentencia divina, enseñaron
 los sabios del Talmud. Y bien sabemos, por la experiencia de los 
siglos, y una de nuestra historia reciente, que el rezo fervoroso puede 
apaciguar pasiones en situaciones violentas. El rezo interreligioso 
convocado por el     papa Francisco en ocasión del momento dramático por el que pasa la crisis en Siria es una irrefutable prueba de esto.
La presencia del Papa en Tierra Santa debe interpretarse como un largo e intenso rezo. Lo acompañé desde su arribo a Belén y doy fe de eso. Estuve junto a él en las múltiples plegarias que desarrolló junto a cristianos de diferentes denominaciones y muy especialmente en la misa en el Cenáculo, junto a otros sacerdotes, en la que la meditación espiritual en un silencio absoluto expresaba, más que miles de vocablos, sentimientos inefables.
Miércoles 28 de mayo de 2014 | Publicado en edición impresa
Padres en conflicto: los chicos, víctimas de las peleas entre grandes
Cuando quedan en medio de la disputa, las consecuencias son devastadoras
Por Evangelina Himitian 
         | LA NACION
¿Cómo afectan a los hijos las peleas de los padres separados? Si los especialistas en familia no se ponen de acuerdo acerca de las consecuencias directas del divorcio en el desarrollo de los hijos, en cambio sí coinciden en que las peleas posteriores al divorcio tienen un efecto devastador.
"Mientras los padres atraviesan esta lucha, los hijos se quedan emocionalmente desamparados . A mayor desborde y angustia de los padres, más desamparo y desolación del niño", apunta la psicóloga Mónica Cruppi.
 
 
