
Separada de Fabián Rossi, Iliana Calabró: “Hicimos lo que era más sano”
Después de veinticinco años de matrimonio, la hija de Juan Carlos Calabró comienza una nueva etapa; en su departamento de Palermo, abre su corazón herido Iliana, en una etapa de soledad luego de su separación.
Foto: Tadeo Jones
Suena extraño cuando dice "exmarido", y
hay algo de tristeza en sus ojos. Después de treinta y cinco años como
compañeros de vida, veinticinco como marido y mujer y dos hijos en
común, Iliana Calabró (47) está empezando a asimilar su separación de Fabián Rossi (49).
Suena extraño cuando dice "exmarido", y hay algo de
tristeza en sus ojos. Después de treinta y cinco años como compañeros de
vida, veinticinco como marido y mujer y dos hijos en común, Iliana Calabró (47) está empezando a asimilar su separación de Fabián Rossi (49).
"Cuando me llama, todavía le digo ‘Papu’. Me tengo que
reprimir algunas cosas porque es muy reciente todo y me tomó por
sorpresa", confiesa a ¡Hola! Argentina, mientras se prepara para el shooting en su departamento ubicado frente al Jardín Botánico.
–¿Entonces vos no estabas de acuerdo con la separación?
–La propuesta vino por parte de Fabián, pero la
decisión fue de mutuo acuerdo. Cuando lo conversamos estábamos en Carlos
Paz y creo que el contexto tampoco ayudó a revertir lo que a él le
estaba pasando. Yo trabajaba mucho y además estaba viviendo mi mamá
[Coca] con nosotros. Sinceramente, yo no esperaba ese planteo. Para mí,
no era el momento, pero sí lo era para él. Me estoy acostumbrando, todos
los días un poco más. Hace algunos fines de semana estuve en Mar del
Plata con la obra Mansión imposible y fue muy movilizante, porque allá
conocí a Fabián, en el balneario 6 de Playa Grande, y donde citamos a mi
papá en la Boston para contarle que nos queríamos casar.
–¿Cuáles fueron las razones del distanciamiento?
–Son cosas que acarreábamos desde hacía tiempo. Antes
los matrimonios eran para toda la vida porque la gente tenía una
expectativa de vida baja. A partir del antibiótico nos volvimos más
longevos y se volvió más complicado. [Se ríe]. Pero hicimos lo que era
más sano para una relación que venía desgastándose por distintas crisis.
Empezó con la enfermedad de mi suegra, con muchos años de tratamientos
dolorosos y un final trágico en julio del año pasado. Casi
simultáneamente apareció la enfermedad de mi papá. Y todo eso hizo que
la pareja empezara a depositar su libido en otros temas. Además, Fabián
también estuvo estigmatizado socialmente [después de que en 2013, en el
programa de Jorge Lanata, se lo vinculara a un supuesto caso de lavado
de dinero] y no me pudo acompañar como hubiese querido. Quizá nos
descuidamos y todas estas causas precipitaron la decisión.
–¿Hubo terceros en discordia?
–No, fue un desgaste.
–¿Creés que esta decisión es definitiva?
–Eso lo dirá Dios. Fuimos muy felices e hicimos un
éxito de veinticinco años en cartel, pero un día se terminó, antes de
hacernos daño.
–¿Seguís amando a Fabián?
–No sé… Lo quiero y lo voy a querer siempre. Cuando lo
vi por primera vez fue un flash, me enamoré y el día que hablamos de
separarnos, le dije: "Creo que fuiste un capricho". Es que me gustó
tanto que fui por él y agoté todos los medios para captar su atención.
Era como mi meta a alcanzar. Me hice amiga de su hermana, Gaby. Después
logré ser amiga de sus padres, sus abuelos, su hermano… Y una vez que
los conquisté a todos, no le quedó otra.
UN TIEMPO NUEVO

–¿Cómo estás viviendo la separación?
–Tengo una fortaleza que me sorprende. No me imaginaba
así de fuerte en ninguna circunstancia de la vida. Con la enfermedad de
mi papá, con su muerte y ahora con mi separación me sorprendí de mí
misma.
–¿Creés que para Fabián fue un golpe bajo como hombre todo lo que vivió el año pasado?
–Creo que sí. No quiero hablar de los sentimientos de
él, pero es una persona muy sociable y agradable. El trabaja en
marketing, es un ser comprador y había logrado hacerse un nombre a
fuerza de trabajo. De pronto se convirtió en un paria después de todo lo
que había logrado y creo que quedó dolido. En ese aspecto, hago un mea
culpa. Quizá, en el momento en el que me necesitó yo tenía puesta la
energía en la terrible enfermedad de mi papá y lo descuidé.
–¿Te arrepentís?
–Soy muy creyente y creo que tuve que pasar por todo
esto para crecer. Más allá de los resultados, lo que viví fue de mucho
crecimiento. Por suerte sé que la familia no se pierde, sigue estando,
más allá de la separación.
–¿Por qué decidiste guardar esta noticia por tanto tiempo y ni siquiera contárselo a tu hermana Marina?
–Necesitaba elaborarlo. Cuanto menos ruido tuviese,
mejor. Lo sabían mi mamá y mis tíos. La verdad es que cuando lo conté
fue porque sentí que había algo que me superaba y no lo podía sostener
más.
–¿Creés que si se enteraba Marina iba a salir a la luz enseguida?
–No. En realidad, le quise evitar un problema y que se
convirtiera en cronista de mi separación. Estando tan vinculada conmigo y
con tanta exposición, podía ponerla en un compromiso ante una pregunta
de algún colega. El hermetismo me permitió tener mi tiempo y evité
enfrentarme otra vez con mi hermana.