Jueves 12 de febrero de 2015 | Publicado en edición impresa
Dura réplica al empresariado que objetó el acuerdo con China
Política
La presidenta Cristina Kirchner consideraba que los 22 convenios que firmó la semana última con el gobierno chino de Xi Jinping habían pasado inadvertidos por la muerte del fiscal Alberto Nisman. Para reflotar la noticia, ayer convocó a todos sus ministros y militantes para atacar a la Unión Industrial Argentina (UIA), que se opuso a esos acuerdos: denunció especialmente al Grupo Techint y reclamó "un voto de confianza" por los antecedentes de su gobierno. Para la jefa del Estado resultó inconcebible que Techint se oponga a los convenios porque participará de una obra pactada en uno de ellos. Relató que el ministro de Economía, Axel Kicillof, firmó un acuerdo con el Eximbank por el cual Techint construirá la represa hidroeléctrica de El Tamboral con financiamiento de 400 millones de dólares. "Cuesta entender que se escupa al cielo", exclamó Cristina, que demostró un fastidio profundo ante las críticas de los empresarios. Y reflexionó, amenazante, que "los chinos ya van a ver que hacen" y "nosotros también vamos a ver qué hacemos". "Es para decirles a los chinos que no les presten nada los 400 millones de dólares y que los vayan a buscar a otra parte", se enojó en abierta referencia al Grupo Techint.
Desde Techint dijeron que es "un riesgo enorme para la industria competir con países de economía planificada, con políticas distorsivas de precios y subsidios, que no se rigen por reglas de comercio leal". También la empresa aclaró que El Tambolar es continuidad de Punta Negra y Caracoles y Techint es proveedora de EPSE, entidad del gobierno de San Juan. Entre los convenios con China, la UIA, que preside Héctor Méndez, y la Cámara de Exportadores (CERA), que dirige Enrique Mantilla, cuestionaron que el Gobierno estableció una alianza que tiene como pilar un Acuerdo de Cooperación Económica e Inversiones, que dispone condiciones ventajosas para las empresas y los trabajadores chinos (ver página 15).
Por ejemplo, en el artículo quinto se les otorga a las empresas chinas la ventaja de ganar obras y proyectos concesionados por el Estado, sin licitación y con contratación directa si presentan financiamiento a tasa subsidiada. Muchos sectores consideran que este aspecto está reñido con todas las normas anticorrupción que suscribe la Argentina. Y en el punto sexto se conceden prerrogativas a los trabajadores chinos para trabajar en la Argentina. Sobre esto, Cristina se indignó ante las críticas de la UIA y apeló a una chicana: "Como si les preocupara mano de obra barata cuando están pidiendo todo el día devaluación para licuar los ingresos de los trabajadores", dijo en el Salón de las Mujeres y ante un nutrido grupo de militantes y funcionarios que la aplaudían.
En rigor, la UIA también cuestiona que la nueva relación con China podría dejar afuera a las industrias argentinas para favorecer a las chinas. La controversia podría escalar en estos días porque ese tratado debe ser aún refrendado por la Cámara de Diputados, donde está demorado luego de su aprobación en el Senado.
Por su parte, en diferentes foros regionales y nacionales, Techint cuestionó los acuerdos porque podrían consolidar un proceso de primarización y desindustrialización, como en varios países de América latina con la industria metalmecánica: China compra materias primas y vende productos industriales. La Presidenta denunció que la UIA y Techint se oponen "por ideología" y reclamó un "voto de confianza" para esos convenios. Insinúo así que los industriales respaldan a candidatos presidenciales de la oposición.
En su discurso de 50 minutos por cadena nacional, la Presidenta sostuvo que los acuerdos con China contemplan "las inversiones país-país más importantes que se recuerden en la historia". Y criticó a la UIA porque planteó que "estábamos entregando el trabajo argentino". Y respondió: "Yo fui con 112 empresas argentinas que tienen trabajadores. Este gobierno que se ha caracterizado por defender el trabajo y a los empresarios creo que merece un voto de confianza", señaló. La Presidenta comparó a China con los Estados Unidos y dijo que "sin embargo no logramos que Estados Unidos venga a invertir acá". Y señaló que "no se puede salir a criticar a los chinos cuando son los que van a prestar el financiamiento: no está bien hacer eso con ningún país".
Velada crítica a Scioli
La presidenta Cristina Kirchner se defendió ayer de la denuncia de los fondos buitre que cuestionaron el crecimiento patrimonial de algunos ministros y ex funcionarios del gabinete nacional con un contraataque. "Que todos puedan explicar de qué viven y cuántos impuestos pagan", reclamó, en un mensaje destinado a los candidatos presidenciales. "No me quejo. Está muy bien que tengamos que presentarla, pero cuando uno quiere ser candidato tiene que tener exhibidas sus declaraciones juradas", dijo, en alusión a Daniel Scioli, que desde 2007 no las presenta, y pidió a los ciudadanos exigir a los postulantes los detalles de sus patrimonios..
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Jueves 12 de febrero de 2015 | Publicado en edición impresa
Desdichados: la Argentina, arriba en un ranking mundial
Sociedad - Según un estudio, sólo Venezuela "aflige" más a sus ciudadanos
¿Son las variables económicas de un país las que inciden directa y esencialmente en el ánimo de los ciudadanos?
De guiarse por el World Misery Index, elaborado por el economista estadounidense Steve H. Hanke, la respuesta sería sí. Y según este ranking, los países que más desdicha les provocan a sus ciudadanos son, en este orden, Venezuela, la Argentina y Siria.
En el otro extremo, entre los menos desdichados, aparecen Brunei, Suiza y China. ¿Cómo surge esta categorización? La ecuación que elabora Hanke es simple: combina cuatro factores económicos. Hay que tener en cuenta que la palabra misery no significa miseria, sino desdicha, aflicción, sufrimiento o hasta tristeza. Es decir, no tiene que ver con carencias materiales, sino con una cuestión que repercute exclusivamente en lo anímico. Algo así como un riesgo país psicológico. En rigor, el Índice de la Desdicha, como podría traducirse la obra de Hanke, no es un invento o algo nuevo, sino una reelaboración de una fórmula utilizada en el ámbito académico norteamericano desde los años 60. Profesor de la universidad estadounidense Johns Hopkins, asesor económico de Ronald Reagan y colaborador de un ex asesor de Margaret Thatcher, Hanke no es un desconocido para los argentinos: fue asesor económico del gobierno menemista, presidió el fondo común de inversión Toronto Trust en Buenos Aires en la década del 90 y suele analizar en los medios la disputa argentina con los holdouts.
La ecuación es simple: suma las tasas de desempleo, inflación e interés y le resta el crecimiento del PBI per cápita. Este particular índice se inscribe entre las novedades que incluyen las ciencias económicas respecto de la medición de la felicidad a través de variables de esta materia, como también lo es el índice de felicidad interior bruta o el índice de progreso social. Él mismo lo explica. "Cada país apunta a bajar la inflación, el desempleo y las tasas de interés, mientras que pretende engrosar el producto bruto interno per cápita. A través de una simple suma de las tres mencionadas tasas y la resta del crecimiento per cápita de un año del PBI, construí un índice de desdicha que de forma exhaustiva ordena 108 países basados en esa desdicha", explica el economista Hanke en un artículo que escribió para el Cato Institute, un think tank liberal, donde presentó el índice semanas atrás. El resultado de ese cálculo es una cifra a través de la cual se ordena a los países, en palabras de Hanke, de más "desdichado" a menos "desdichado". Al tope del índice, es decir, el pero país ubicado es, por lejos, Venezuela, con 106,03 puntos, seguido por la Argentina, con 68 puntos. En tercer lugar se ubica Siria, con 63,90; cuarto, Ucrania, con 51,8, y en quinto lugar Irán, con 49,10.
Entre los más favorecidos por la ecuación de Hanke aparece como menos "desdichado" Brunei, con 4,94 puntos; después le sigue Suiza, con 5,39; luego China, con 5,69; Taiwan, 5,91, y Japón 6,18.