Persiste en los hogares pobres el déficit de acceso a servicios
Es muy difícil tener agua corriente o gas en red; en las villas los alquileres se encarecen más
Lunes 8 de noviembre de 2010![]() 
  
Silvia Stang
LA NACION
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De cada 100 viviendas ubicadas en villas o asentamientos precarios de los  grandes centros urbanos del país, 73 no tienen gas natural, 28 no acceden al  agua corriente de red, 75 carecen de conexión a la red cloacal y 66 están en  calles sin pavimentar. Además, en 25 de cada 100, sus habitantes viven  hacinados, es decir, con tres o más personas por habitación. La precaria calidad  de vida en esos lugares, sin embargo, no impidió que en los últimos años las  familias que allí habitan fueran las más afectadas por la suba del costo de los  alquileres: mientras que el valor promedio de los contratos se elevó un 62%, el  acceso al uso de una casa en una villa urbana se encareció entre 2007 y 2009  mucho más: un 97,4 por ciento. 
Los datos surgen de un relevamiento realizado por el Observatorio de la Deuda  Social de la Universidad Católica Argentina y corresponden a 2009. El estudio  concluye que en los seis años previos, pese al fuerte crecimiento económico, las  mejoras en cuanto al déficit habitacional fueron leves en líneas generales,  aunque diferenciales según el tipo de servicio. 
El agua potable, por ejemplo, pudo llegar a más hogares, pero la falta de  políticas para la inversión en redes de gas hizo que en ese rubro casi no se  registraran avances, con una agravante para la inequidad: el Gobierno sigue con  la decisión de subsidiar a las clases medias y altas en el consumo de ese fluido  por red, mientras que el precio de las garrafas es mucho más elevado. 
En cuanto a los costos de alquiler, los datos muestran que el costo promedio  mensual de ocupar una vivienda en una villa pasó de $ 191 a $ 378 entre los años  mencionados, lo que representa un alza del 97,4 por ciento. En las zonas con  trazado urbano donde habitan familias de clase baja, el precio subió de $ 395 a  $ 705 (un 78,5%), y en los barrios de clase media la suba fue del 51,5 por  ciento. Así, el efecto inflacionario duplicó su incidencia en las familias con  más carencias. 
Demanda creciente  
Según explicó el economista Dan Adaszko, uno de los autores del informe, ese  encarecimiento está vinculado con el hecho de una oferta que sigue siendo escasa  frente a la creciente demanda de viviendas para familias de bajos ingresos. Ese  desequilibrio, según explicó, se mantiene aun cuando en los últimos años, al  menos en el conurbano, se haya incrementado la cantidad de viviendas sociales  respecto de épocas anteriores. "Durante tres décadas, el tema de la vivienda  social quedó relegado y hubo planes que no llegaron a la población que más lo  necesitaba", explicó. 
El fuerte déficit de vivienda se conjugó con un escenario de incremento de la  población que habita villas y asentamientos, un hecho explicado por el  crecimiento vegetativo y por la migración tanto interna como proveniente de  países limítrofres. Según estimó, para salvar el déficit habitacional de las  familias totalmente imposibilitadas de acceder a un crédito se necesitaría  construir 120.000 unidades por año, cifra muy lejana a la de los planes  actuales. 
La Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) abarca una muestra de 2520  hogares de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, el Gran Córdoba, el Gran  Salta, el Gran Mendoza, el Gran Rosario, el Gran Resistencia, y las ciudades de  Paraná, Neuquén-Plottier y Bahía Blanca. 
Según comentó Ernesto Kritz, director de SEL Consultores, a partir de los  años 90 se vio un fenómeno de relocalización de inmigrantes hacia la Capital y  el conurbano, en gran medida hacia asentamientos. Un estudio realizado por la  consultora sobre la base de datos de la encuesta oficial de hogares, permitió  determinar también que entre 2003 y 2009 la llegada de inmigrantes de países  limítrofes y Perú creció un 24%, aunque al mismo tiempo se observó que la  incidencia de esos grupos en la población total es baja: en el caso del área  metropolitana, del 1 por ciento. 
Lógicamente, el estudio de la UCA detectó un mayor déficit de acceso a  servicios básicos entre quienes habitan villas o barrios precarios. Los datos  indican que, si bien pudo haberse dado una reducción sensible de la pobreza  medida según los ingresos que llegan a los hogares, los factores estructurales  que hacen a la calidad de vida se muestran más inelásticos. 
Gas y agua  
En el caso de la red de gas natural, la cantidad de hogares sin acceso entre  los ubicados en villas se redujo del 78,6 al 72,8% entre 2004 y 2009 (el primer  año corresponde al inicio de la serie de la EDSA). Pese a esa leve reducción, la  brecha sigue siendo amplia: en el promedio de la muestra, son 19 de cada 100  viviendas las que no acceden al servicio, y en las de clase media el indicador  se ubica en el 4 por ciento. Según los economistas, el hecho está vinculado  fundamentalmente con la falta de planificación e inversiones y deriva en un  impacto económico regresivo. 
Consultado por LA NACION, el ex secretario de Energía Jorge Lapeña analizó  que ese efecto regresivo puede observarse de dos maneras: por un lado, puede  considerarse que la política de tarifa deprimida del gas en red favorece a las  clases sociales más pudientes, al mismo tiempo que el precio de gas envasado, al  que deben recurrir quienes no tienen acceso a la red, es mucho más caro; la otra  lectura es que, al no haber prioridad para una política tarifaria, se afecta la  inversión y, por lo tanto, la posibilidad de una extensión de la red. 
En la posibilidad de contar con agua corriente de red, la mejora fue más  significativa. En las villas, la proporción de hogares que no acceden al  servicio disminuyó en seis años del 42 al 28 por ciento, y en las viviendas de  nivel medio, del 7 al 3 por ciento. No se registró una baja tan significativa en  hogares de clase baja ubicados dentro del trazado urbano: el índice pasó del 19  al 16 por ciento. 
Un factor subjetivo que experimentó una mejora significativa es el nivel de  temor a perder la vivienda. En las villas, la proporción de personas con esa  sensación se redujo del 49 al 27% entre 2004 y 2009, aun cuando muchas veces se  admite una tenencia irregular del inmueble
 
 
